UN LOGROSÁN DE LEYENDA: 4. Guadalupe

UN LOGROSÁN DE LEYENDA

4. Guadalupe

El próximo domingo, 8 de septiembre, celebramos el Día de Extremadura pero este día se celebra de manera muy especial en nuestra localidad vecina, Guadalupe. Por eso vamos a intentar conocer un poco más sobre los orígenes legendarios de la puebla, obviamente ligados a la Virgen en cuyo honor se edificó el monasterio que le da fama.

Guadalupe con nieve (1)Según la leyenda, la imagen de la Virgen de Guadalupe fue esculpida por el mismísimo evangelista San Lucas, junto al que fue enterrada al fallecer este. Santo e imagen fueron trasladados a Constantinopla a mediados del siglo IV. Ya en el siglo VI, el papa Gregorio I (San Gregorio Magno, uno de los Padres de la Iglesia) trasladó la imagen a su oratorio particular. Allí le rezó cuando una epidemia de peste afectó a Roma, e incluso la sacaron de procesión, tras lo cual dice la leyenda que cesó la peste mientras aparecía un ángel sobre el castillo de Sant´Angelo. Después de aquel milagro, el papa Gregorio envió la imagen como obsequio a San Leandro, arzobispo de Sevilla, encomendándole la imagen a su hermano Isidoro (que sería después San Isidoro de Sevilla), que estaba en Roma por aquel entonces.

En el viaje por mar desde Roma hasta Sevilla, el santo y sus acompañantes tuvieron que pedir la intervención de la Virgen debido a una gran tormenta que amenazaba seriamente a la expedición. Finalmente, la imagen llegó a Sevilla donde permaneció hasta la conquista musulmana de la ciudad. Fue entonces, en el siglo VIII cuando varios clérigos de Sevilla huyeron de la ciudad llevando consigo las reliquias que pudieron, entre ellas la imagen de la Virgen y las reliquias de los Santos San Fulgencio y Santa Florentina (hermanos de San Leandro y San Isidoro de Sevilla y cuyos restos fueron encontrados en Berzocana y venerados allí desde entonces). Ante el peligro que corrían tales tesoros de la Iglesia, decidieron esconderlos. El sitio elegido estaba situado junto al río Guadalupe o Guadalupejo, del que tomaría su nombre la Virgen y por extensión, la puebla. Sin embargo, aquí las distintas versiones de la leyenda no coinciden: unas narran cómo fue introducida en una cueva en forma de sepulcro que construyeron los clérigos de Sevilla; otras que se toparon con una ermita y en su interior hicieron una cueva o incluso que encontraron una ermita hecha toscamente por ganaderos y que dentro había una sepultura de piedra y mármol donde dejaron la imagen.

gil-cordero

“Aparición de María al pastor junto al río Guadalupe”. Miniatura del Cantoral 27, siglo XVI.

La leyenda continúa y avanza hasta principios del siglo XIV, con un vaquero conocido como Gil Cordero que, aunque era natural de Cáceres, acostumbraba a pastorear sus vacas en la Sierra de las Villuercas, cerca de Alía. Un día, al ir a reunir el rebaño y hacer el recuento de sus vacas, se dio cuenta de que le faltaba una. Preocupado, salió en su busca durante tres días sin encontrar rastro alguno, y cuando ya volvía de regreso dando por perdida la vaca, paró para saciar su sed en el rio Guadalupe, y al levantar la vista distinguió la res perdida. Se acercó hacia ella pero la halló muerta. Pensó que podría aprovechar su piel así que sacó su cuchillo para desollarla y cuando se disponía a clavárselo, la vaca se levantó. El vaquero quedó sorprendido, más aún cuando un rayo de luz le cegó por un momento y en él distinguió la figura de una mujer que le dijo que era la Virgen y le pidió que divulgara su milagro, que desenterrara su escultura sepultada allí mismo y que en ese preciso lugar le edificaran una iglesia.

 

 

 

Tras esto, el vaquero fue a Cáceres a cumplir la voluntad de la Virgen. Una vez allí, contó su historia, pero le tomaron por loco. Allí mismo se enteró de que su hijo pequeño había fallecido. Corrió a su casa y encontró a su esposa llorando su pérdida ante lo que el pastor le dijo: «No tengas miedo ni llores: pues yo le prometo a Santa María de Guadalupe para servidor de su casa, y ella lo dará vivo y sano». Así lo hizo, invocó a la Virgen y cuando vinieron a llevarse el cuerpo del pequeño para enterrarlo, ante todos los allí presente, el niño resucitó y dijo a su padre: «Señor padre, preparaos y vamos para Santa María de Guadalupe».

La noticia del milagro corrió por toda la villa de Cáceres y fue entonces cuando todos creyeron las palabras de Gil Cordero sobre la Virgen. Hacia las Villuercas fueron guiados por el pastor hasta el lugar de la aparición mariana donde comenzaron a excavar y a pocos metros bajo tierra hallaron, dentro de un antiguo sepulcro de mármol, una imagen de la Virgen. Allí mismo se le construyó una pequeña ermita que pronto se convirtió en lugar de peregrinaje. La leyenda asegura que Gil Cordero permaneció en dicho santuario hasta su muerte, tal como había prometido a la Virgen, y allí fue enterrado. Se cuenta también que su cuerpo aún se conservaba entero cuando fue trasladado a la Capilla Mayor tres siglos después. Fue el primer habitante de la puebla, aunque alrededor de la ermita fueron asentándose poco a poco peregrinos.

El rumor de los milagros y favores de la Virgen de Guadalupe pronto se extendió por los Reinos de Castilla y Portugal y hasta el propio rey Alfonso XI que frecuentaba estas tierras buenas para la caza, en su primera visita, contempló esta pequeña iglesia en estado ruinoso e hizo llegar esta situación al Papa Benedicto XII el cual le dio acta fundacional y jurisdiccional en 1337.

La leyenda narra también que en 1340, Alfonso XI se encomendó a la Virgen extremeña antes de la batalla del Salado. Tras la victoria, en acción de gracias ordenó ampliar el templo y el monasterio, así como edificar en sus alrededores hospitales y albergues para peregrinos.

De este modo fue surgiendo a través de los siglos la puebla de Guadalupe tal y como la conocemos hoy en día.

                                                                              Esperanza Leandro

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